martes, 15 de enero de 2013

Los círculos de mujeres aceleran la necesaria transformación del mundo













"Acude al lugar, o bien elige estar presente.
Escucha atentamente aquello que tenga corazón y sentido.
Dí la verdad sin culpa ni jucio.
Estáte abierto a las consecuencias, no apegado a ellas."
Ángeles Arrien - Las cuatro sendas del chaman

Un círculo de mujeres es un espacio de cultivo de lo femenino. Un ámbito neutral y seguro donde las mujeres nos re-unimos para compartir nuestra esencia, redéscubriéndola y actualizándola.
No nos sentamos al modo jerárquico en que alguien habla al frente y el resto mira sólo en esa dirección sin poder ver el rostro de todos los participantes ni escuchar sus palabras. Nos sentamos en círculo para recordar que todas tenemos derecho a
ser vistas y escuchadas.
Las mujeres nos re-unimos en círculos para recordar quienes somos y aprender entre mujeres acerca de lo femenino.
Los círculos de mujeres tienen un fuego simbólico en el centro constituido por el profundo anhelo de los corazones maternales de que todos los seres tengan casa, comida, sustento, dignidad, salud, libertad y paz; y vivan en comunión con la madre Tierra.
Cada círculo de mujeres es un embrión que hace visible el poder de las madres, de las hijas, de las hermanas; de las esposas, de las abuelas; de las amantes, de las amigas. Un lugar donde aprender a confiar en nosotras mismas y en nuestra manera de entender el mundo.
Un manantial donde abrevar para recobrar fuerza y aliento.
Un espacio donde encontrar verdadero apoyo para llevar adelanteideas y proyectos.
Nuestros círculos se re-unen en las 13 lunas del año, tomando también en cuenta para la celebración la época del año.
Como mujeres hispanas seguimos el calendario de la Tierra de la antigua Europa
y nos nutrimos con sus símbolos, leyendas y actividades. Así experimentamos que los ciclos de la vida femenina corren paralelos a los de la Luna y la Tierra. Eso nos ayuda a recordar quienes somos para sanar y crecer en nuestra esencia.
La rueda de palabra
En el círculo, la atención y la escucha devienen poderosas herramientas de sanación cuando abrimos la rueda de palabra, práctica tomada de las tradiciones nativas americanas.
En la rueda, cuando una mujer tiene la palabra el espacio le pertenece por completo, y todas la escuchan. Ella habla desde el fondo de su corazón expresando su verdad y sus preocupaciones. Las otras escuchan con todas las células de su cuerpo, sin juzgar, interrumpir u opinar. Lo que esa mujer dice no se comenta y, cuando ella ha acabado, habla la siguiente.
Y es entonces, desde la escucha sin juicio, cuando comienzan los milagros que nos descubren que cada mujer -en su carisma y en su etapa vital, en su experiencia y en sus heridas-, siendo única es igual a todas.
El círculo de mujeres deviene así círculo de espejos donde cada mujer nos refleja que todas somos una, y todas albergamos la profunda necesidad de que el modo femenino de vivir las cosas pueda hacer su aportación en este mundo sufriente al borde del colapso.
Trabajando con métodos de consenso hemos aprendido que si el grupo es numeroso es recomendable establecer un tiempo de palabra para que la rueda no se extienda demasiado. En este caso alguien asume la tarea de cronometrar. Cuatro minutos
por persona puede ser un buen lapso.
Qué hacer en los encuentros
Bailar, cantar, leer algún texto, orar, permanecer en silencio, hacer juntas algún trabajo creativo (por ejemplo crear la vara de palabra del círculo, o hacer
un mandala con flores entre todas); y comer y beber en espíritu de celebración son el tipo de actividades adecuadas para los encuentros, que siempre concluyen con la rueda de palabra.
Para diseñar los trabajos es importante ser creativas y dar rienda
suelta a la imaginación.
Es bueno que el círculo refleje las tradiciones populares del lugar en que vive, en las que suelen encontrarse semejanzas simbólicas y bellas coincidencias con el calendario estacional de la Tierra.
La espiritualidad femenina vinculada a la Tierra reconoce la divinidad en todas las tradiciones espirituales del mundo y en esa diversidad se enriquece y recrea.
Al finalizar, se cierra el círculo agradeciendo lo recibido y dedicándolo a todos los seres sintientes y a la madre Tierra.
Hay muchas estructuras diferentes de círculos de mujeres. Algunos están conducidos por alguna que ya tiene experiencia, otros se reparten alternativamente
la conducción o carecen de ella e improvisan el encuentro sobre la marcha.
Hay círculos cerrados, donde las mujeres siempre son las mismas; y círculos abiertos a los cuales puede asistir cualquier mujer que lo desee. Todas las formas son válidas si
se adaptan a las necesidades del quienes participan.
Si hay conducción es bueno recordar que conducir es servir, o sea estar al servicio de la energía del círculo. No debe asustarnos asumir esa responsabilidad; el desafío es lograr conducir de un modo no jerárquico que a todas beneficie y, a la vez, lograr ser una más en el grupo.
Es bonito que cada círculo tenga un nombre elegido por todas las mujeres. Cualquier miembro del círculo que tenga conocimientos de canto, manualidades, danza, teatro, meditación, etc. puede hacer aportes de gran utilidad y es bueno que cada mujer
comparta lo que sabe hacer, desde un pastel hasta cantar una canción.
Los círculos de mujeres aceleran la necesaria transformación del mundo. Cuantas más círculos se creen, más mujeres despertarán y aportarán para que
la esencia femenina retorne y florezca en la Tierra y en la familia humana.

Marianna García Legar
Artículo tomado de la Gaceta nº2 de La Voz de la Arboleda
¡Infinitas gracias hermanas!

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