Desde siempre.
Milenios por detrás, tiempo sin tiempo.
Las mujeres nos hemos reunido unas con otras.
Siempre supimos de redes, de tramas, de círculos, de mandalas y corazones abiertos.
La luna nos cobija bajo su luz, desde el origen de las mareas.
Menstruábamos juntas. Abrazo de sangre y misterio.
Sintonía perfecta y cósmica.
Las diosas nos guiaban, las manos tejían magia acordonada con caricias, los astros iluminaban los secretos, las miradas se compartían, las visiones se transmitían de boca en boca, de alma a alma.
Guerreras, sabias, brujas.
Juntas teníamos la risa y el llanto.
Juntas sabíamos de hijos, amantes, soles, miedos, juegos.
Juntas crecíamos, compartíamos, creábamos.
Juntas paríamos. Juntas sanábamos. Juntas nos adentrábamos en los secretos de la Anciana Sabia. Juntas nos alejábamos de aquí cuando la Diosa nos llamaba.
Juntas.
Amigas.
Hermanas.
Esa chispa de amor y complicidad, de abrazo y compañía, de beso y contención todavía corre en nuestras venas.
Somos diosas compinches, bulliciosas, cariñosas, solidarias, compañeras.
Somos diosas que gustamos de sentarnos en rueda, contarnos historias y acunarnos.
Somos diosas que danzan y se ríen, creativas, juguetonas.
Somos mujeres en círculo: hermanas laboriosas, solidarias chamanas, con latidos cotidianos, con pociones y silencios.
Una canción nos lleva de la mano y nos trenza el alma desde lo más sagrado.
Danzamos con la Rueda mágica de la Creación.
Soñamos suspendidas en el Aliento Infinito de la Diosa.
Una y otra vez nacemos.
Nos parimos de la mano.
Juntas.
En un mismo latido, le regalamos la Vida al Universo.
©Germana Martin
07-02-09
Milenios por detrás, tiempo sin tiempo.
Las mujeres nos hemos reunido unas con otras.
Siempre supimos de redes, de tramas, de círculos, de mandalas y corazones abiertos.
La luna nos cobija bajo su luz, desde el origen de las mareas.
Menstruábamos juntas. Abrazo de sangre y misterio.
Sintonía perfecta y cósmica.
Las diosas nos guiaban, las manos tejían magia acordonada con caricias, los astros iluminaban los secretos, las miradas se compartían, las visiones se transmitían de boca en boca, de alma a alma.
Guerreras, sabias, brujas.
Juntas teníamos la risa y el llanto.
Juntas sabíamos de hijos, amantes, soles, miedos, juegos.
Juntas crecíamos, compartíamos, creábamos.
Juntas paríamos. Juntas sanábamos. Juntas nos adentrábamos en los secretos de la Anciana Sabia. Juntas nos alejábamos de aquí cuando la Diosa nos llamaba.
Juntas.
Amigas.
Hermanas.
Esa chispa de amor y complicidad, de abrazo y compañía, de beso y contención todavía corre en nuestras venas.
Somos diosas compinches, bulliciosas, cariñosas, solidarias, compañeras.
Somos diosas que gustamos de sentarnos en rueda, contarnos historias y acunarnos.
Somos diosas que danzan y se ríen, creativas, juguetonas.
Somos mujeres en círculo: hermanas laboriosas, solidarias chamanas, con latidos cotidianos, con pociones y silencios.
Una canción nos lleva de la mano y nos trenza el alma desde lo más sagrado.
Danzamos con la Rueda mágica de la Creación.
Soñamos suspendidas en el Aliento Infinito de la Diosa.
Una y otra vez nacemos.
Nos parimos de la mano.
Juntas.
En un mismo latido, le regalamos la Vida al Universo.
©Germana Martin
07-02-09